Los juguetes tienen un lugar singular en la cultura, pues son más que simples objetos. Y es que en el acto de jugar los hombres aprendemos los códigos de nuestra sociedad: nos enseñamos a convivir, a compartir, a ganar y a perder, descubrimos los distintos papeles que existen en la comunidad, desarrollamos nuestras habilidades y construimos con la fantasía un mundo en el que podemos habitar con facilidad. Este número nos invita a mirar los juguetes tradicionales de nuestro país como testimonio del mayor tesoro que tenemos: la capacidad de imaginar.rn