La vida es bella para quien traspasa las fronteras de lo convencional, se evade del infierno industrial y comercial y huye lejos del humo insalubre de las fábricas y del hedor pestífero de las tabernas; para quien se despreocupa de las restricciones de la respetabilidad, de los temores del "qué dirán" y de las murmuraciones vulgares. La vida es bella para el anarquista.