AL final del siglo XIX, celebramos la descomposición obligada a dar un insolito bautismo a lo moderno. Nacido entre dos epocas, el decadentismo, incipiente vanguardia literaria, encontró en la dseintegración de las formas clásicas la fuente e inspiración de su estilo. En tanto su misión no fue la fundar, sino principalmente la de destruir para así abrir paso a una experiencia estética nueva, los decadentistas no constituyeron lo que se dice una escuela literaria, y quizás sea este uno de los factores que provocaron su elocuente ausencia en las historias de la literatura.