Durante décadas, Krishnamurti habló a la gente en los más variados rincones del mundo. Ya en 1930, George Bernard Shaw lo proclamaba como u00abel más grande maestro del mundou00bb, mientras que Aldous Huxley comparaba una charla de Krishnamurti con un u201cdiscursou201d del Buddha. Pero el propio Krishnamurti era reacio a este tipo de etiquetas: u00abYo no soy su maestro; ustedes no son mis discípulos. No hay autoridad ni gurú que vaya a llevarles de la mano hacia Dios o hacia el despertar. Cada uno es su propio maestro y su propio discípulou00bb.nnKrishnamurti no representa a ninguna u201cescuelau201d de pensamiento (oriental u occidental), no habla de ideas, teorías o creencias, no se erige en gurú, sino que actúa como un faro que ilumina el viaje que cada uno de nosotros ha de emprender por sí mismo. Krishnamurti pide que utilicemos sus palabras como un espejo para vernos como realmente somos y para ver la totalidad de la existencia. Y para esta mirada de discernimiento, la mente debe tener completa libertad; no ha de estar limitada por ninguna clase de autoridad.nnEsta libertad no implica llevar un tipo de existencia indisciplinada y autoindulgente. Para Krishnamurti, la actitud contestataria de algunos grupos activistas que intentan u201ccambiaru201d la sociedad carece de sentido. El verdadero cambio tiene lugar en la psique misma, cuando la propia mente se vacía de lo conocido. Eso es lo que en muchas tradiciones han llamado liberación.nnPara quienes ya están familiarizados con las enseñanzas de Krishnamurti El camino de la liberación será de gran ayuda para dilucidar muchos puntos importantes. Quienes lo lean por primera vez se sentirán impresionados por la claridad de sus percepciones, por su inquietante y retador mensaje
