El objetivo central del seductor será la posesión física de la mujer, sin embargo, en esta novela, el autor a través de su seductor nos propone una conquista más profunda, más completa, lograda tanto por el juego de la intensidad sexual como por el dominio de la conciencia, tratada como categoría erótica. El seductor por excelencia es el Diablo, y un diablo es el protagonista de esta novela: una variante de Don Juan; un desdoblamiento del propio Kierkegaard, un personaje irremediablemente insatisfecho que desea en cada mujer la femineidad entera; un Don Juan humorista, razonador mefistofélico, vampiro en su implacable absorción de la mujer amada y martirizada, en su ruptura de todo límite en una inacabable búsqueda de la saciedad.