Era un hombre de rostro sereno que vestía infatigablemente traje y corbata. Su ceguera se apoyaba en un bastón pulsado por manos de poeta. Concibió libros admirables cuyo destino fue dar más luz a la literatura. Escribio un poema en que lamentaba no haber sido feliz y donde afirmaba que siempre lo persiguió: La sombra de haber sido un desdichado. Sin embargo, ese personaje distante en apariencia prodigaba alegría cuando conversaba.