Nuestras limitaciones vienen de creer que Dios es algo separados de nosotros. Hemos olvidado nuestra propia divinidad y Saint Germain en este libro nos recuerda que nosotros somos los únicos creadores de nuestra realidad, y que al volvernos conscientes de ello dejaremos de ser víctimas. Cuando decimos Yo Soy, ponemos en acción dentro de nosotros la plena energía de Dios, y si lo hacemos de manera consciente, esta energía se convertirá en poder.