nttttt u00abu00bfCómo logra este enorme, victorhugesco escritor francés, perteneciente a esa clase de amantes de la buena mesa y la buena vida, prolongar sus relatos de misterio sin que el interés decaiga? El misterio del cuarto amarillo desafía nuestra lógica una y otra vez, guiándonos por caminos falsos y conduciendo al más avezado de los lectores hacia metas que se revelan como espejismos, hasta que al fin el gran Leroux alza el telón y la verdad, hasta entonces enmascarada u2013como en su famosa novela El fantasma de la óperau2013, nos permite contemplar su terrible rostro. Y El perfume de la Dama de Negro, donde de nuevo aparece el detective Rouletabille, es otro buen ejemplo de esa persecución lógica que nos obliga a emprender Leroux. No en vano, grandes cultivadores de la novela policíaca posterior, como Agatha Christie o John Dickson Carr, han experimentado auténtica devoción por el autor del Cuarto amarillo, y viendo los viejos retratos del escritor francés uno se pregunta hasta qué punto ese otro grande y aventurero detective belga no fue heredero, no sólo lógico (la propia Agatha lo confesó así) sino u201cbiológicou201d de las creaciones y la apariencia física del propio Lerouxu00bb. Del prólogo de José Carlos Somozau00abUno de mis escritores favoritos de todos los pesos y categorías: Gaston Lerouxu00bb Fernando Savaterntttt