"Cuida tus palabras, pues continuamente cosechas los frutos de tus palabras", nos advierte la autora de este libro. Y es que, aunque no estemos conscientes de ello, con las ideas que germinan en nuestra mente y florecen en nuestra boca vamos escribiendo el guion de nuestra existencia, para bien o mal. Las palabras se imprimen en nuestro inconsciente y tarde o temprano se manifiestan en la realidad. Por ello es importante confiar y escuchar a nuestra intuición, que nos susurra al oído lo que el plan divino tiene preparado para nosotros. Pero para lograrlo primero debemos acallar nuestros pensamientos, miedos, prejuicios y resentimientos, pero sobre todo avivar nuestra fe para redirigir nuestra mente y nuestras acciones.