En Firenze, en un lujoso ático de la via Ghibellina y a la hora en que las campanas de las iglesias celebran el ángelus, una mujer tímida y sensual recibe, entre sedas y aroma a incienso, a hombres solitarios que van allí atraídos por su cuerpo y su silencio. Nadie conoce su nombre, nadie sabe que detrás de La Donna di Lacrima se esconde una mujer que creyó perderlo todo.