Llegarán las jornadas en que los hombres -y los libros- puedan transitar sin temor por los campos y ciudades de mi país. Mientras tanto, cada uno de los ensayos aquí rescatados desde el infierno y la barbarie, sigue reafirmando la confianza con la cual fueron originalmente concebidos: no se puede apagar la rebeldía del hombre, no se puede encadenar su voz, no hay fuerza que pueda evitar que brote la comunicación