Eloy Urroz entiende la tarea del intelectual como un ejercicio de sinceridad. El tono minucioso y pausado de la sinceridad no deja de ser una forma ensayística de la conciencia. Por eso sus meditaciones fluyen entre la admiración y el reparo, entre la identificación del lector y la distancia del crítico, con un mestizaje sentimental que busca lo positivo en aquello que cae en el error y lo contradictorio en aquello que cumple con fortuna su objetivo. Los matices que ocupan estas páginas, dominan su saber y su tono frente a la tentación de las valoraciones absolutas. Con la sinceridad como equipaje, Eloy Urroz comenta algunos episodios destacados de las literaturas mexicanas y españolas.