No hace tanto, ser cosmopolita era una vocación o un privilegio. Hoy es una condición común a muchas personas en el mundo y, cada vez más, una necesidad para convivir con la diversidad de culturas, fuera y dentro de nuestro país. Así lo destaca y explica Norbert Bilbeny en este libro, de común interés para lectores de filosofía, política o antropología. Antes, también, ser cosmopolita representaba una alternativa u201cuniversalistau201d a la identidad patriótica o doméstica, a la que se rechazaba con arrogancia, por u201cparticularistau201d. Hoy, en cambio, una de las mayores justificaciones del cosmopolitismo está en que sólo desde esta perspectiva se respetan las minorías y las diferencias políticas, y que cualquier acción a escala internacional u2013como la salvaguarda del medio ambienteu2013 precisa de esta mentalidad abierta y cooperativa.