Indiscutiblemente una obra maestra, La Educación Sentimental es la novela del fracaso: la historia de la vida de Fréderic Moreau desmiente el título que le dio Flaubert. Cuando el joven de Nogent, al término de su "educación sentimental" abandona París, tiene más de treinta años y no es más fuerte, ni más sabio, ni más aguerrido. Sumamente ambicioso en otros tiempos, ansioso de amor, gloria y riqueza, la vida lo ha colocado en un término medio y común, del que le es imposible escapar a las circunstancias y a su propia debilidad. De aquí que por un momento Flaubert pensara darle a esta obra, or título, Los Frutos Secos. Recibida con frialdad por la crítica contemporánea, sólo el visionario Paul de Léoni, con admirable intuición, habría de señalar que en esta obra es más importante buscar puntos de contacto con Baudelaire que con Balzac. Es también el primero en felicitar a su autor por "haber liberado a la novela de todos los elementos parásitos que se esclavizan el pensamiento", aseverando que en la obra no hay una sola palabra que no tenga su justo valor y que no haya sido sabiamente ajustada y fundida en la armonía general de la novela. A esta defensa se une el gran Zolá, excelente juez y buen profeta, al declarar: "La tentativa es colosal: se trata de la única novela verdaderamente histórica que conozco, la única verídica, exacta, completa, en la que resurrección de las horas muertas es absoluta, sin el menos trucaje literario. De todas las obras obras de Flaubert, ésta es ciertamente la más personal, la más vastamente concebida, la que le ha dado màs trabajo y la que, durante largo tiempo, será peor comprendida. En un esclarecedor y sagaz estudio, Margo Glantz se ocupa de la íntima historia de la creación y elaboración de esta gran novela, desde una primera Educación sentimental que iniciara Flaubert por 1845 hasta este texto maduro y definitivo completado veintitantos años más tarde.
