La lectura de Lovecraft ha de emprenderse con compromiso. Su intrincada mitología requiere voluntad. Este autor generó un universo personal tan complejo que, potenciado por una angustia cósmica, decanta en un panteón sistematizado de monstruosas deidades y criaturas malignas. Pocos autores como él suponen un estímulo semejante a la fantasía. Desde las primeras publicaciones de los celebres Mitos de Cthulhu (1927-1937) en revistas pulp (publicaciones de bajo costo y consumo popular, especializadas en diferentes géneros de la literatura de ficción) ese potente imaginario visual fue traducido en ilustraciones que han marcado la pauta para las representaciones gráficas posteriores. Héctor Valdivia es el responsable de las obras plásticas que se presentan en esta edición, distanciadas intencionalmente de las representaciones paradigmáticas de los personajes y escenarios lovecraftianos. Valdivia se da licencias a partir del despliegue de su distintiva imaginación, palabra central en su glosario artístico. Así como Lovecraft describe con prolijidad para hacer esequible su fabulismo al lector., Valdivia nos presenta detalladamente la multiplicidad de formas e imágenes que despiertan en él esas ficciones de horror; no deja elementos fuera de la escena. Ahí están los escenarios apocalípticos, las miradas demenciales ,las presencias extraterrestres, los animales sobrenaturales, el impotente ser humano que no es dueño de sí mismo. Lovecraft y Valdivia,con el poder de atracción del abismo prohibido, nos encaran con un mundo paralelo que acecha tras las cortinas de nuestra cotidianeidad. n
