Quizá no existan los fantasmas ni los monstruos. Quizá los viejos cuentos de espantos sean solo eso. Pero el miedo existe, sin duda. El terror puede adueñarse de la mente, como una fuga de gas se sdueña de una habitación. Basta una chispa para desatar el horror. Este libro sería entonces como una caja de fósforos.
En estas páginas el terror psicológico y el sobrenatural se juntan para darles de comer a nuestras pesadillas.