Aparte de los propios toxicómanos, también sus familiares pueden permanecer mentalmente sanos. Para ello son necesarios cinco requisitos. Primero, que sigan su camino con amor y sin miedo. Segundo, que no pierdan el sentido del humor. Tercero, que se mantengan unidos. Cuarto, que resuelvan los conflictos llegando a acuerdos mutuos. Y, quinto, que conserven cada uno su nivel cultural. El amor y el humor pueden liberarlo y otorgarle vitalidad. La cooperación y la capacidad de decisión lo refuerzan en sus limitaciones. El nivel cultural escribe cada una de las líneas de su biografía. Quien por su profesión o por motivos familiares está estrechamente vinculado a personas adictas debería tener todos estos puntos profundamente asumidos. Y es que lo contrario de la dependencia no es precisamente la independencia, sino más bien la identidad, es decir, la fidelidad a lo mejor de nosotros mismos.