La mañana lucía más extraña que una langosta peluda: todos a bordo del Abracadabra se habían levantado más temprano que de costumbre y con un apetito voraz. Por si faltaran razones para creer que aquélla era una mañana rarísima, ningún instrumento de navegación funcionaba y la Niña pedía las cosasápor favor. El colmo fue cuando el Vigía gritó: “¡Barco de otro siglo a la vista!ö. ¿Quién viaja en aquella fragata disfrazada de goleta del sigloáxix? ¿Qué les depara a los Elegantes junto con los tripulantes de aquel misterioso navío?