nttttt Sólo los grandes maestros como Bioy Casares dominan con maestría el arte de contar historias sencillas, propias de la pequeña odisea cotidiana del ser humano, que, no obstante, sin que el lector perciba exactamente cuándo ni cómo, lo precipitan en una atmósfera de inaprensible extrañeza o enajenación, a veces inquietante, como en u00abUn encuentro en Rauchu00bb, a veces atroz, como en u00abMargarita o El poder de la farmacopeau00bb, y a veces delirante, como en u00abA propósito de un oloru00bb o en u00abBajo el aguau00bb. En estos casos, como en u00abUna muñeca rusau00bb, es lo grotesco lo que vuelca insidiosamente la realidadu00a0; y, en otros aún, como en u00abCatónu00bb, la amarga ironía de las contradicciones entre el arte y la política es la que nos compromete en una reflexión turbadora. De la risa incontenible al desasosiego.ntttt
