El naturalismo fue una corriente artística en general, pero particularmente aplicada a la literatura, y más en especial a la narrativa. La idea predominante en esta propuesta literaria es la reproducción fiel y objetiva de la realidad, lo que se relaciona estrechamente con la visión positivista de la época, aplicable principalmente a las ciencias naturales, pero extensible a la realidad humana, asumiendo que la conducta, el pensamiento y la convivencia pueden ser también interpretados como fenómenos. Con este paradigma, Émile Zola construye sus historias y tipifica sus personajes; siendo una ficción literaria, y particularmente esteticista y sensible, el cientificismo y la objetividad no son más que un telón de fondo que permite destacar algunos rasgos de los personajes y las situaciones.