Sus textos La carta robada y Los crímenes de la calle Morgue, primera versión del incomprensible crimen cometido en un cuarto cerrado por dentro, inauguran la escritura policiaca, y comparte con Julio Verne y H.G. Wells la paternidad de la ciencia ficción. Sus obras renovaron los géneros gótico y de terror con perspectivas sicológicas, contenidos oníricos y simbólicos, gran intensidad narrativa y fuerza dramática, atmósferas de terror cerebral y el romanticismo fantasmagórico que han fascinado a generaciones de lectores. Sus huellas pueden verse en el simbolismo francés y el surrealismo, y han pisado, modificado y rediseñado toda la literatura victoriana de fantasmas.
