El pintor de origen irlandés, Phil Kelly, llegó a México en 1982 en el auge de las exploraciones arqueológicas del centro de la ciudad y apenas unos años antes del terremoto que debastaría la Ciudad. Para este artista los suelos irlandés y mexicano se tocaban en la curva del camino. Este libro reune una parte de su obra pictórica, obra de trazos fuertes y enérgicos, a veces nerviosos, y desde luego zozobrantes.