Al principio, atribuyeron la falta de atención de Konrad a una afición inmoderada por el alcohol. Cuando la villa se quema debido al olvido de Konrad, la matriarca de la familia Koch lo pone en un régimen estricto. Ya no permitía su bebida diaria, Konrad se recupera e incluso se enamora nuevamente. Pero entonces su condición se deteriora. No puede salir del supermercado, y mucho menos de volver a casa. Pronto Konrad ni siquiera reconoce a su nuevo amante. La enfermedad de Alzheimer se ha afianzado. Un pequeño thriller psicológico, Qué pequeños es el mundo representa a un hombre con un vacío en su alma cuya única salvación se encuentra en lo más profundo de sí mismo.