Un nuevo planteamiento luminoso si se quiere para la literatura de duelo: un libro sobre la forma en la que la vida continúa tras la muerte, y el recuerdo se construye. Se llamaba Jero. Tenía veinte años. Murió en accidente de tráfico un día de verano. Estos poemas abordan su historia, o más bien la de quienes permanecieron tras su pérdida, en la voz en los poemas de uno de sus amigos más cercanos. Y sin embargo Redención no se entiende como libro de duelo, como despedida o como planto, sino que apuesta por todo lo contrario: contar la vida. Contar la vida en toda su amplitud, en los detalles cotidianos sobre los que se sustenta el recuerdo, y contar la vida desde la responsabilidad de que el lenguaje crea y recrea: que fija la memoria, y la consuela. Redención habla sobre lo que ocurrió y lo que no llegó a ocurrir. Plantea hipótesis, escenarios alternativos para ese día y para los que siguieron.