Córdoba, 1473. El bachiller Diego Rivera regresa a la ciudad después de estudiaren Salamanca y la encuentra sumida en la miseria y el sufrimiento. Las correrías de nobles, caballeros y clérigos, llenan las calles de muerte y desolación, y un recelo cada vez más insostenible acorrala a los más tempranos conversos. En este friso convulso y violento, sobresale la figura del Tesorero de la Catedral que domina toda esta vorágine, llevado por su ilimitada ambición.