Un torbellino de historias entretejidas de perso-ajes entrañables es lo que le va dando vida a Todo lo hacemos en familia, una novela apasionada por el detalle y escrita con la paciencia de una tejedora de alfombras. La autora va construyendo ambientes prolijos, descritos con una precisión contundente que absorbe al lector y lo ubica en una selva de objetos preciosos, con la acuciosidad de un relojero. Cada uno de los protagonistas de este crisol, que refleja el pensamiento de un mundo resurgido después de la revolución, habrá de encontrar un encargo necesario para darle sentido a esta ebullición de cautivadoras memorias que convergen en una gran fiesta de los sentidos, de sabores deliciosos y con un gusto alambicado.