Punto de arranque y de llegada de Una ciudad del norte es el patio de un colegio, ese espacio iniciático donde el miedo por primera vez se hace visible, una encrucijada en la que la vida se muestra inflexible ante las muestras de flaqueza. La epopeya del protagonista se emplaza a partir de ese momento en una ciudad de rasgos inconfundibles, localizada en el problemático País Vasco de hoy, acompañada por toda una galería de personajes que retrata la fauna variopinta de las abigarradas ciudades contemporámeas.
En Una ciudad del norte la búsqueda de la madurez se confunde al final con la aceptación, y el tiempo se convierte en una metáfora del eterno retorno: generación tras generación se reproduce el mismo y doloroso proceso de adaptación sin que la experiencia de otros sirva a los recién llegados. Trazada mediante una prosa inteligente, repleta de observaciones, Una ciudad del norte analiza también, en clave literaria, la terca realidad vasca como un decorado añadido que dificulta las relaciones personales y que a menudo las pervierte.
Novela que retrata la fragilidad de la condición humana, pero también la extrema crueldad del contexto social moderno, Una ciudad del norte es la confirmación de una de las obras literarias más relevantes de su generación.
